Érase una vez la historia de una negra, pero que muy negra, que estaba casada con el señor Silencio. Tenían dos hijas las señoritas Corcheas. Eran muy elegantes y siempre iban juntas a todos lados cogidas de la mano. Un día mientras paseaban por una sinfonía encontraron a cuatro muchachitas muy rapiditas, que tenían dos rayitas.
Las señoritas Corcheas le preguntaron: ¿que es lo os hace correr tan deprisa?
Las semicorcheas contestaron: porque somos semicorcheas y fuimos creadas para dar viveza y para que no fuese tan aburrida esta sinfonía.
Las corcheas muy enfadadas le contestaron: ¿nos estáis llamando aburridas?
Las semicorcheas asombradas le dijeron: en una sinfonía debemos de convivir todas las figuras musicales. Ya que es necesario que haya tiempos lentos y rápidos para realizar bien la música.
Las corcheas siguieron por otro pentagrama pensando y observando como las semicorcheas seguían jugando con la clave de sol hasta que se dieron cuenta de lo aburridas que habían estado todo este tiempo jugando solas.
Entonces…
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